jueves, 18 de junio de 2015

Lo Mejor para el mundo vs. Lo Mejor para Dios.

Quien no recuerda cuando se encuentra con sus hermanos, amigos, colegas, compañeros de trabajo, de estudios, etc y al despedirse acompañado de un abrazo  te dicen “te deseo lo mejor”. Generalmente ocurre con las personas muy cercanas que te aprecia, te respeta, te considera, sobre todo te estima sinceramente. Esta frase tiene profundo significado, muchos relacionan con lo material y otros con lo espiritual basado en la fe católica escrito en la santa biblia. Según el Diccionario de la Real Academia Española dice al respecto: mejor. (Del lat. melĭor, -ōris). adj. comp. De bueno. Superior a otra cosa y que la excede en una cualidad natural o moral. De lo que se puede deducir que cuando una persona te desea lo mejor te está expresando sinceramente de todo corazón los mejores deseos, que triunfes en la vida, que el éxito te acompañe, y que sigas siendo mejor persona.  Entonces ¿Hasta qué punto es posible mantener la fe y la esperanza en las cosas que creemos  y nos proponemos realizar en base a los conocimientos y experiencias vividas?
Aquí les escribo una historia para pensar…
Se cuenta que en un pueblo lejano, el rey convoco a todos los jóvenes a una audiencia privada para darles un importante mensaje. Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: “Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido. La planta más bella ganará la mano de mi hija”. Y así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y esta no germinaba, mientras los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían crecido en sus macetas. A los seis meses todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues, como su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio. La madre del joven le insistía a éste que acudiera, pues también había sido participante del reto. Con la cabeza  baja y muy avergonzado, desfiló en último lugar hacia el palacio con su maceta vacía en las manos. Cuando los otros muchachos lo vieron estallaron en risas y burlas, causando un alboroto que sólo pudo ser interrumpido por el ingreso del rey, ante el cual todos hicieron reverencia. El rey se paseó entre todas las macetas admirando cada una de las plantas. Finalizada la inspección hizo llamar a su hija y llamo de entre todos al joven que llevo su maceta vacía. Atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero del trono y se casara con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece”.
Concordante con la historia  no basta con ver para creer; sino hay que creer para ver y las cosas suceden por algo mejor.